Ana Obregón ha presentado su libro, El chico de las musarañas, y ha reunido a más de 100 periodistas en un evento exclusivo. “Todo esto estaba preparado porque la presentación es en el hotel Palace de Madrid y hay que hacerlo con tiempo”. En El Programa de AR han conectado en directo y han descubierto un suceso que va a dar mucho de qué hablar.
Ana Obregón ha contestado a una pregunta de Omar Suárez, reportero de Sálvame, y ha sido completamente sincera. Omar le ha preguntado por lo que le motivo para escribir el libro, pues Obregón ha atravesado una etapa muy dura. Asegura que tomó la decisión porque cuando se reunió con la editorial su hijo le llamó por teléfono, sí, una vez fallecido.
“Yo llegué de enterrar a mi hijo y no quería vivir, pero pensé que tenía que terminar las cosas que empezó mi hijo. Lo tenía en la cabeza y un día me desperté y abrí su ordenador, pero os voy a contar una cosa que vais a decir que estamos locos. No sé si debería contarlo, pero lo voy a contar porque pasó cuando tuvimos la primera reunión”.
Ana promete que están de testigo las responsables de la editorial y asegura que no está mintiendo. Insiste en que decidió terminar el libro que empezó a escribir Aless Lequio porque este se puso en contacto con ella tras la triste pérdida.
Ana Obregón lo cuenta todo: “No sabía si tenía fuerzas”
Ana no sabía si entrar en detalles, pero después ha terminado confesando qué le impulsó a terminar El chico de las musarañas. “Ana se puso muy nerviosa y nos enseñó el teléfono, ella dijo que el teléfono de Aless estaba en un cajón, pero la llamada sí era suya”, dicen en la editorial. Obregón ha ampliado la información, sabiendo que habrá quien dude de su palabra.
“Llegamos a una comida, me presentaron a los responsables de la editorial y puse mi teléfono encima de la mesa. No sabía si tenía fuerzas porque este libro es una catarsis y he vivido momentos muy dolorosos. De repente empieza a sonar mi móvil y de repente era Aless”, relata con lágrimas en los ojos.
Ana, antes de recibir críticas, ha explicado que para recibir este tipo de señales hay que estar receptiva. “La gente dice que hay que ver para creer, pero no, hay que creer para ver. Eso es lo que me dio fuerzas”.
Obregón insiste: "Las personas somos energía y eso nunca muere, son señales que me llegan".