Los hijos de famosos siempre se han quejado de que no han pedido elegir entre ser famoso o bien optar por una vida anónima. Esta afirmación ya no es del todo cierta, aunque durante años la exposición de estos era más que evidente. Años atrás, no existía la protección que existe ahora en relación con los menores que tienen la suerte, o la desgracia, de tener unos padres famosos.
Hace alguna década era de lo más habitual ver al hijo de Ana Obregón o los hijos de Isabel Pantoja en los programas de televisión. Las cámaras seguían a sus madres y como consecuencia estos niños aparecían en escena e incluso los reporteros les lanzaban preguntas. Pero esto ya no pasa, pues la ley del menor impide que los medios de comunicación muestren los rostros de estos niños y, que si sus padres quieren, pueden ser anónimos.
Por ejemplo, la hija de Belén Esteban sabemos qué cara tiene, pero su madre se ha encargado siempre de preservar su privacidad y dotarla de recursos para que no sea perseguida. Esta prudencia no ha sido así para muchos otros y rostros como Sofía Cristo, Gloria Camila Ortega o Kiko Rivera si les preguntan dirán que los medios se han pasado. Esto siempre ha dependido de la cobertura que han querido darles sus progenitores y de las leyes que han existido en cada momento.
Una vez dicho esto, los hijos de famosos, y que desde pequeños han mamado cámaras de manera involuntaria, ahora consideran que esto tiene un precio. En muchos casos consideran que no pueden tener un trabajo normal por culpa de su rostro mediático y por ello se dejan querer por los medios para que los contraten. Ya sea como concursantes de realitys, como colaboradores de programas o, incluso, de presentadores.
Y no solo esto, también consideran que cuentan con un estatus que les permite exceder ciertas líneas como contestas impropias, tonterías de manual o desplantes. Unas conductas que jamás serían consentidas para nadie más. Pero ya es un habitual, por ejemplo, que a Kiko Rivera se le permita hablar mal de Telecinco y que luego vuelva cuando necesita dinero.
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Aun así, lo que ha pasado este fin de semana no tiene nombre y creo que debería de tener unas consecuencias reales. Las redes sociales empezaban a avanzar que Jacobo Ostos se había encontrado a Miguel Frigenti en una discoteca y que la situación había sido de lo más bochornosa. El hijo de famosos decidió emprenderla contra el colaborador, que siempre ha sido muy crítico con sus actitudes.
Esta reprimenda no tiene nada que ver con acercarse y dialogar con todo el buen rollo del mundo. Jacobo Ostos fue más allá y se sobrepasó con el colaborador de Sálvame. Solamente bajo el pretexto de que Miguel Frigenti se había pasado con la familia Ostos.
Una excusa de lo más ridícula y que para nada justifica una actitud así. Sin embargo, no tuvo que pasar ni un día para que el programa Fiesta de Emma García le diese voz y le permitiera explayarse en directo sobre lo sucedido.
No se puede permitir que un programa incite a la violencia
Seguramente la dirección de Fiesta le dio voz a Jacobo Ostos bajo el pretexto de que todo el mundo cuenta con una libertad de opinión. Pero también es verdad que hay un seguido de mensajes que considero que no deberían de tener voz en un programa de televisión que puede ver cualquier persona desde su casa. Es más, podemos ir un poco más allá.
Las nuevas directrices de Borja Prado pasan justamente por evitar este tipo de contenidos y que eran tan representativos de la cadena. Por la cual cosa, no me extrañaría para nada que en las próximas horas se prohibiese seguir dando voz a Jacobo Ostos. Hubo un tiempo dónde todos creíamos que la televisión era una sala judicial donde se impartía justicia, ahora, el nuevo Mediaset impide que esto pase.