Con la televisión me pasa lo mismo que con el cine, me fascinan los personajes secundarios. En el universo Mediaset hay varios de ellos y una de mis favoritas, no sé si por bien o por mal, es Marta Riesco. La periodista pasó de ser una más de las reporteras de El programa de Ana Rosa a ser de repente la protagonista absoluta.
Este protagonismo no lo logró gracias a un notición que consiguiese ni tampoco a ninguna exclusiva. Su salto a la primera línea se debió al incipiente romance que estaba empezando con Antonio David Flores. Marta Riesco tenía ganas de protagonismo y estaba claro que con las conexiones de minuto y medio que hacía en su programa no le bastaba para frenar su sed de televisión.
Ella se negaba a admitir que el aumento de minutos que empezó a ganar en El programa de Ana Rosa y otros programas de la productora como Ya son las ocho eran fruto de su relación con Antonio David, pero lo cierto es que la audiencia lo tenía más que claro. Jugaba a esa ambigüedad de hacer ver que no quería hablar de su relación, pero lo hacía cada vez que podía.
La cosa se le acabó yendo de las manos y se metió tanto en el barro que acabó asegurando que tenía un as escondido. Prometió que contaba con una prueba que iba a cambiar la imagen que teníamos de Rocío Carrasco y de la mala fama que empezaba a aflorar en torno a Antonio David Flores.
En ese momento poca gente se la creyó, pero su programa tuvo fe ciega en ella y la creyeron. Sin embargo, después de jugar con la credibilidad de su programa se demostró que no tenía nada y su palabra perdió todo el valor. Un valor más que necesario para una periodista y que pretende que la gente confíe en sus informaciones.
Su productora la apartó, la quitó de sus platós y la relegó a trabajos detrás de las cámaras donde no pudiese hacer peligrar la credibilidad de su programa. Un giro que yo creía que serviría para que ella frenase e intentase encauzar su carrera. Pero la verdad es que sigue creyendo que cuenta con la verdad absoluta y que lo que ella dice, debería de sentenciar cátedra.
No está como para ir criticando la profesionalidad del resto de programas
Ana Rosa Quintana perdonó que Marta Riesco pusiese en juego su profesionalidad y la del programa. Y le dio una nueva oportunidad como reportera de Fiesta, el programa de los fines de semana. Una oportunidad que creo que no ha sabido encajar con humildad y sigue actuando como si contase con la verdad absoluta, después del chorreo que todos hemos presenciado.
Ayer por la tarde se encontró con Cristina Porta, que acudía a un acto como reportera de Sálvame. Riesco quiso su cuota de protagonismo, se encaró a Porta para acabar diciendo que trabajaba en un programa que no es profesional. ¡Como que está Marta Riesco para ir hablando de la profesionalidad del resto!
Jorge Javier Vázquez ya advirtió a la reportera de que estaba cruzando muchos límites dentro de la cadena. Y creo que razón no le falta. Por mucha rabia que te dé un programa.
No puedes criticar un formato de tu misma cadena. Y menos, cuando este le da 80.000 vueltas al formato para el que tú trabajas. Marta Riesco bailó sobre la fina línea de pasar de ser reportera a personaje.
Y su productora la quiso proteger intentando que no perdiese su faceta profesional. Pero ella se dejó aconsejar fatal y su explosión televisiva se desarrolló de la peor de las maneras posibles. De todos modos, me consuela el ver que la cadena ni tampoco Sálvamesucumben a las provocaciones de Riesco.
Le dedican cero cuota de pantalla cuando decide montar una de sus pataletas. También creo que nosotros como espectadores, tampoco tenemos que tomarnos en serio a Marta Riesco.
Una periodista que jugó con su propia verdad y que ahora intenta explicarle a los demás como tienen que informar con veracidad. Pasando.
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