Mario Vargas Llosa ha visto cómo en poco tiempo su vida daba de nuevo un giro. Meses después de romper su relación de 8 años con Isabel Preysler, el escritor era ingresado por Covid en un hospital madrileño. Un bache de salud que coincidía con la boda de la hija de su ex. Sin embargo, era otro asunto el que inquietaba al Nobel, algo que nunca podrá disculpar.
Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler decidieron emprender caminos separados a finales de 2022. Desde entonces, ella se ha centrado en los preparativos del enlace de Tamara y él, en la publicación de su libro y en su salud. Precisamente esta semana el autor peruano anunciaba que su última obra, Le dedico mi silencio, saldrá a la venta en octubre.
Fue en una entrevista para el diario peruano El Comercio cuando reveló que el nuevo libro llevaría como título ¿Un champancito, hermanito?. Sin embargo, ahora el título es otro y algunos lo han interpretado como una indirecta a Preysler. De hecho, la influencia de la socialité podría estar entre las páginas, pues Vargas Llosa comenzó la obra cuando aún convivía en la casa de ella en Madrid.
Mario Vargas Llosa está muy dolido con lo sucedido recientemente
Más allá del nuevo libro, lo cierto es que Mario sigue echando de menos a su expareja. Ya lo decía la periodista Pilar Eyre al referirse a los sentimientos del Premio Nobel: "Isabel sabe que Mario la sigue amando. Por mucho que los hijos lo paseen por todas partes en andas", escribía la periodista.
De hecho, y siempre según Eyre, Mario Vargas Llosa no puede ocultar lo feliz que ha sido junto a la madre de Tamara Falcó. "Su rostro, habitualmente triste, solo se animaba cuando los periodistas la mencionaban. Como si el simple hecho de escuchar su nombre ya aligerara el peso que llevaba en su alma", asegura la periodista.
Ahora, durante el tiempo que ha durado el ingreso hospitalario de Mario, él no estaba satisfecho a pesar de la cantidad de personas que se interesaron por su estado de salud. Sus hijos, mientras tanto, pretendían animar al escritor diciéndole que Juan Carlos, el emérito, o Macron, presidente de la República Francesa, habían escrito sendos mensajes.
El escritor sigue pensando en su última pareja, Isabel Preysler
Vargas Llosa se mostraba agradecido, pero al cabo de un rato, según apuntaba Pilar Eyre, se atrevía a preguntar: "¿Y no hay nada de Isabel?". La respuesta era tajante: Isabel no había llamado. Una situación que demuestra que la mayor preocupación del escritor ha sido la falta de interés de ella por su estado de salud.
Tras la sonada ruptura, Mario Vargas Llosa comenzó a mostrarse cercano a su exmujer, Patricia Llosa. De hecho, se rumoreó con la posibilidad de que hubieran retomado su matrimonio. Sin embargo, las últimas informaciones apuntan a que el escritor cuenta con la compañía de la madre de sus hijos, pero no mantiene una relación amorosa con ella.
Una situación que confirma que Mario Vargas Llosa no ha olvidado el amor que todavía siente por su última pareja. Algunos medios comentaron que fueron los celos los que posiblemente provocaran la ruptura. Un motivo que fue desmentido por el peruano, aunque tampoco quiso dar más detalles al respecto.
Sin embargo, según la revista ¡Hola!, para Isabel el motivo habría sido el hecho de haber perdido la ilusión del principio. Algo que dio paso después a discusiones y celos infundados que dañaban a la pareja.
Sea como fuere, lo cierto es que parece que Mario no habría olvidado a Isabel, todo lo contrario que ella. El gesto de no llamar para interesarse por su salud durante su ingreso dice más que muchas palabras.