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Primer plano de la infanta Elena

Lo que nunca se ha contado sobre el divorcio de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar

El 13 de noviembre de 2007 se hacía efectivo el “cese de su convivencia” entre la Infanta Elena y Jaime de Marichalar

La separación de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar supuso una auténtica revolución dentro de la Casa Real española. Y es que no era nada habitual ver a un miembro de la monarquía tomar una decisión así. Dicha decisión no fue nada fácil, y ahora, muchos años después, la periodista experta en la monarquía española, Pilar Eyre, ha sacado a la luz lo que nunca se ha contado del sonado divorcio.

Corría el año 2007, y Juan Carlos ya comentaba en algunos círculos que su hija se iba a separar oficialmente de Marichalar antes de que sucediera. Sin embargo, al emérito no le hacía ninguna gracia dicha ruptura y fue muy tajante con uno de sus amigos: “¡Claro que no se llevan bien! Pero que se aguante y se joda, como hemos hecho todos!”, dijo el monarca según Pilar Eyre.

Y es que Juan Carlos pensaba que “en España una divorciada es menos que nada. Una señora sola es un cero a la izquierda en sociedad. Pierde amistades, la aíslan, las otras mujeres la temen y dejan de invitarla, mis amigas separadas después se han arrepentido”, sentenciaba.

Pero los deseos del monarca no se cumplieron, y el 13 de noviembre de 2007 se hacía efectivo el “cese de su convivencia” entre la Infanta Elena y Jaime de Marichalar. No obstante, antes de separarse pasaron por uno de sus momentos más difíciles, y es que pasó algo que cambió por completo a Jaime de Marichalar: sufrió un ictus pedaleando sobre una bicicleta estática.

El Rey Juan Carlos I con el Rey Felipe VI al lado con cara de sorpresa
Al emérito no le hacía ninguna gracia dicha ruptura | GTRES

Fue entonces cuando empezó un auténtico infierno para la Infanta Elena, pues el ictus provocó que el carácter de Jaime cambiase. Pasó de ser un hombre con mucha clase a convertirse en una persona con muy mal humor. De hecho, Pilar Eyre cuenta que los días que se reunía la Familia Real en el Club de Polo de Barcelona, el vacío hacia Jaime de Marichalar era más que evidente.

Elena ya no disfrutaba de su compañía y solo esperaba el día para comunicar su decisión.Y por fin, en el año 2004, Elena comunicó a su padre que había tomado la firme decisión de separarse. Sin embargo, la convencieron para que esperase a que se casase su hermano, el Rey Felipe, para no restar brillo al enlace.

Y así fue. La Infanta Elena tuvo que esperar tres años más para firmar el “cese de su convivencia”. Desde entonces, tal y como ya pensaba su padre hace muchos años, Elena ha sido marginada de muchas actividades de la Casa Real y solo mantiene una estrecha relación, precisamente, con su padre, con el que habla a diario.