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Primer plano de Tamara Gorro sonriendo

Tamara Gorro saca a la luz el episodio que la ha llevado a tocar fondo

La influencer lleva tiempo lidiando con una severa depresión

Tamara Gorro sigue luchando a contracorriente para superar la depresión en la que lleva inmersa ya más de un año.

Con grandes planes y proyectos a la vuelta de la esquina como el lanzamiento de su próximo libro, Cuando el corazón llora, la influencer está más dispuesta que nunca a abrirse en canal.

Una pieza calificada como el “más difícil de su vida”, en el que está dispuesta a viajar al pasado para revivir aquellas “experiencias que no debería haber tenido de niña o a la adolescente que sufrió un terrible episodio que creía olvidado”.

Tamara Gorro en la presentación de su libro 'Ser feliz no es gratis'
Tamara Gorro en la presentación de Ser feliz no es gratis | GTRES

Vivencias dolorosas de su vida sobre las que hasta el momento no se había atrevido a hablar y que derivaron en “sobrecogedoras secuelas psíquicas y emocionales contra las que lucha hoy en día”.

Era de un día para otro cuando Gorro empezaba a notar que su estado emocional había cambiado, pero no se atrevía a compartirlo con sus seres queridos. 

“Me los guardaba para mí e incluso me alejaba física o mentalmente unos días sin dar señales de vida”.

“También notaba que, en reuniones de amigos, de repente, me apartaba y bailaba sola, o cuando estaba sentada a su lado me evadía, no tenía ganas de hablar”.

Eso marcaba el inicio de la depresión a la que se enfrenta hoy en día. “Mi vida se había convertido en un bucle de niños, marido, trabajo y casa”, confiesa Tamara a sus seguidores. 

Tamara y Ezequiel con sus hijos
Tamara Gorro y Ezequiel Garay con sus hijos | Tres

“Solo de manera obligada y esporádica salía a cenar con mi pareja y con amigos o me iba de viaje. No era capaz de delegar en nadie, ni aun teniendo mucha ayuda para poder descansar unas horas”.

Hasta el punto de que la influencer se sentía “sola y vacía” a pesar de tenerlo todo. Lo que se traducía en “llantos desconsolados, pesadillas, sensación frecuente de asfixia, de ahogo”.

“Una de las peores experiencias del ser humano es estar rodeado y sentirse completamente solo”, se lamentaba hace poco. 

En ese momento, decidía pedir ayuda a su madre: “Mamá, no me reconozco, no soy yo. Estoy sufriendo”, le contaba desesperada por encontrar una solución. 

“Necesito ayuda, no estoy bien. ¿Recuerdas que hace unos dos años te dije que me notaba rara? Sentía que iba a caer mala, pero no me imaginaba en qué sentido”.

Y la respuesta de su marido, Ezequiel Garay, tampoco se hizo esperar. “No sabía que estabas tan mal, cariño. Creía que eran bajones normales, pero no hasta este punto. Incluso pensaba que tu semblante tan serio o llorar tanto era producido por el trabajo”, se sorprendía él.

Tamara Gorro rememora uno de los terribles episodios de su pasado

Caracterizada siempre por ser una mujer optimista y llena de vida, su entorno más cercano se quedaba bastante impactado al descubrir su sufrimiento. Pero, ni siquiera entonces se atrevía a contar lo que realmente le pasaba. 

“No entré al detalle de contar todo lo que me ocurría porque seguía y sigo sintiendo temor a no ser comprendida. Ni siquiera yo misma había sido capaz de comprenderme”.

Y así llegaba a la conclusión de que “necesitaba un profesional que la ayudase”. Un proceso de terapia en el que se encuentra desde hace dos años.

Tamara Gorro en la calle
Tamara Gorro está pasando por un momento muy complicado | GTRES

De lo que no cabe duda, es de que la enfermedad ha terminado pasándole factura incluso físicamente. 

“Desde que estoy malita he perdido muchísimo peso y cada vez he perdido más. Estaba en 64 kilos y he llegado pesar 52 kilos. Como, pero hay algo que me provoca echarlo”, explicaba. 

“Quiero lanzar el mensaje porque parece que tenemos que tener un cuerpo divino, delgado, maravilloso. Eso no es así. No comer te lleva a tener una enfermedad, a estar mala. Yo verme tan delgada... A mí no me gusta. Sin quererlo estoy perdiendo peso, pero no me gusta y no es bonito”, compartía con su familia virtual.

Pese a todo, Tamara sigue dispuesta a recuperarse. “Hay que seguir caminando, dentro de las limitaciones que supone. Por estar enferma no tengo que meterme en una cueva, es más, tengo que asumir que ahora forma parte de mi vida”.

“Este camino es así, pero sé que también tiene fin, o al menos así visualizo yo mi futuro, aunque ahora no le vea final”, reconocía. “Eso sí, echo y mucho de menos que mi cabeza no tenga que depender de una medicación e infinidad de pastilla”.

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