Stella del Carmen ha escuchado muchas veces cómo comenzó la historia de amor de sus padres. Antonio Banderas y Melanie Griffith fueron una de las parejas más carismáticas del cine en los años noventa y lo suyo no fue un flechazo pasajero. Fue una relación intensa, duradera y marcada por la complicidad, aunque todo empezó en un rodaje.
Corría el año 1996 y Antonio Banderas ya se había hecho un nombre en Hollywood. Pedro Almodóvar había sido clave en su proyección internacional. Películas como ¡Átame! y Mujeres al borde de un ataque de nervios lo impulsaron fuera de España. Más tarde, dio el salto con Los reyes del mambo y Philadelphia y su carrera en Estados Unidos fue creciendo paso a paso.
Fue en el rodaje de Two Much, dirigida por Fernando Trueba, donde conoció a Melanie Griffith. Ella era una estrella consolidada en el cine estadounidense. Él, un actor europeo en ascenso. Compartían escena y, sin saberlo, también compartían un cambio vital inminente.
Antonio Banderas lo cuenta todo
“Estábamos casados, pero nuestros matrimonios no funcionaban”, confesó Banderas años después. A veces, en los rodajes, se crean vínculos pasajeros y se forma una química que desaparece cuando terminan las cámaras. Pero esta vez fue distinto. “No lo olvidamos: seguimos llamándonos. Dos días, dos semanas, dos meses…”, explicó el actor.
Lo que parecía una historia de película se convirtió en algo real. Melanie viajaba solo para verlo, aunque fuera una hora. “Cogía un avión privado desde Seattle y regresaba enseguida. Estábamos locos”, contaba Antonio entre risas.
Ese mismo año, la pareja se casó y poco tiempo después, en 1996, nació Stella del Carmen. Una niña que creció entre dos mundos: el glamour de Hollywood y las raíces andaluzas de su padre. Antonio y Melanie compartieron casi veinte años juntos. Aunque en 2015 decidieron separarse, nunca dejaron de mantener una relación afectuosa.
Hoy, Antonio Banderas está con Nicole Kimpel, su actual pareja. Su vida ha cambiado, pero los recuerdos permanecen. Su etapa con Melanie sigue siendo una parte importante de su biografía emocional. No solo por lo vivido, sino también por lo que construyeron juntos: una familia, una hija y un legado compartido.
Stella, ya adulta, ha podido conocer esa historia desde dentro. Ha escuchado a sus padres hablar con cariño del pasado. Sabe que el amor entre ellos fue real. Y aunque su relación no duró para siempre, fue auténtica mientras existió.
Para ella, descubrir cómo se enamoraron es entender parte de su identidad. Es conocer el momento exacto en el que todo comenzó. Una historia de rodaje que terminó siendo una historia de vida.