Este martes 21 de marzo se cumplen dos años desde que la vida de Rocío Carrasco cambió para siempre. Y no solo para ella, sino que también modificó el rumbo de toda una cadena, en este caso Telecinco.
Dos años desde ese "¿estás preparada?", y su posterior "cuando queráis", todo ello mientras millones de espectadores se convertían por primera vez en testigos de su relato frente al televisor.
Un relato que llevaba años fraguándose, meditándose y estudiándose al milímetro con el único fin de calar en la audiencia, ya que en los tribunales no lo consiguió, todo ello pese a los intentos por parte de la hija de Rocío Jurado de demostrar que Antonio David era un maltratador.
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Es por eso que su estrategia mediática fue tan "reparadora" y "sanadora" para ella. Cómo no iba a serlo, si con ello logró destrozar la imagen de un hombre que nunca fue juzgado, que fue despedido fulminantemente y que se convirtió en el ser más repudiado de toda España a ojos de la opinión pública.
Y no solo él. Sus hijos en común, David y Rocío Flores, Olga Moreno, su por entonces pareja, y el resto del clan Mohedano-Ortega Cano, también pagaron las consecuencias de su venganza personal, una venganza que he bautizado como 'el huracán Rocío Carrasco'.
La mujer de Fidel Albiac protagonizó un discurso que nunca dio cabida al debate ni a las medias verdades, y que tampoco dio lugar a la una mínima discusión en ninguno de los espacios de la cadena.
Ese fue uno de los grandes errores de Telecinco, además de dar como verdad absoluta un hecho concreto y repetirlo una y mil veces para intentar convencer al público de que era como se estaba contando. O lo que es lo mismo, pretender tomarnos por idiotas a todos aquellos que no comulgamos con la manipulación, el adoctrinamiento o con un pensamiento único y totalitario que lo único que consiguió, y sigue consiguiendo, es generar un rechazo en gran parte de la sociedad.
Una sociedad que no empatizaba, porque no es obligatorio empatizar con todo el mundo, y porque existen personas en este mundo que con su modus operandi generan de todo menos esa empatía que sí nos nace cuando realmente sentimos que lo que estamos viendo se corresponde con la realidad.
Y no ha sido el caso, y no pasa nada. El problema está cuando esos que van de abanderados de la "tolerancia" son los primeros intolerantes que te tachan de todo lo peor cuando tu opinión o información no coincide con su modo radical de ver las cosas.
Sea como sea, Rocío Carrasco, su productora amiga y la cadena logró uno de sus objetivos principales (el principal nunca fue cuidar a una mujer que supuestamente habría sido víctima de violencia de género, eso realmente no les importó, para ellos es negocio y no hay que olvidarlo). El objetivo principal siempre fue polarizar y dividir.
Y lo consiguieron, ya que durante la primera docuserie, Rocío: contar la verdad para seguir viva, resultaba insoportable la crispación que existía entre unos y otros (por ambas partes).
En el fondo no les culpo, pues puedo entender que, desde el desconocimiento, y cuando te están imponiendo algo de una manera tan directa y tan radical, es atrevido sentir y opinar cosas contrarias. No es fácil en un mundo en el que cada vez se puede abrir menos la boca (y si lo haces, prepárate) cuando hay algo que no consideras justo. Incluso te llegan a hacer dudar con la presión que ejercen sobre ti, haciéndote ver que tu opinión (o información) no es la correcta.
Y sí, se cumplen dos años desde que cambió la vida de Rocío Carrasco, al menos en lo económico. De eso nadie tiene ninguna duda.
Si vamos un poco más allá es cuando descubrimos que lo más importante, al menos para mí, sigue sin tenerlo cerca.
Y sí, también se cumplen dos años desde la debacle de Telecinco, porque, no nos vamos a engañar, el hartazgo y el pensamiento único de este tema saturó por completo a la audiencia hasta el punto de que la cadena fue perdiendo seguidores por el camino. Es por eso que ahora intentan abarcar otro tipo de contenido y reinventarse como solo ellos saben. ¿Lo conseguirán?