Juan Carlos tenía muy claro lo que pretendía con su último viaje a España. Además de disfrutar de unos días de descanso con sus amigos de Sanxenxo, también pretendía normalizar su situación. Y así se lo trasladó al rey Felipe durante el encuentro que mantuvieron este lunes en Zarzuela.
Todo apunta a que en cuestión de tres semanas volverá a coger otro avión para plantarse de nuevo en territorio español. Pretende que sus estancias aquí no generen tanta expectación y pueda moverse con total libertad, como un ciudadano más. Tampoco desea soportar las continúas críticas por parte del Gobierno o de la clase política cada vez que regrese.
"Yo he venido aquí a normalizarlo todo", señaló Juan Carlos el pasado fin de semana a su grupo de amigos. Sin embargo, su comportamiento ha resultado bastante molesto a la Casa Real. No vieron con buenos ojos la excesiva exposición mediática a la que se sometió en Galicia.
Hubieran preferido que mantuviera un perfil más bajo, sin tantas apariciones públicas. Pero finalmente acabó por desafiarles saliendo a la mar prácticamente a diario e incluso acudiendo a un partido de balonmano.
La reunión que mantuvo Felipe con su padre se alargó durante once horas. Al tratarse de un acto privado, desde Zarzuela no han querido facilitar información. Pero posiblemente se vivieron momentos de cierta tensión al haber diferencias importantes entre ellos.
El viaje del emérito se produjo por iniciativa propia. En Zarzuela señalan que puede venir cuando él desee, pero detrás de su retorno se escondieron unas arduas negociaciones entre las dos partes. La llamada de su hijo hace un par de semanas desde Abu Dabi, en donde le emplazaba a un encuentro en Madrid, aceleró sus planes.
Después de esa charla, Juan Carlos decidió organizar su vuelta. Pero en lugar de dirigirse en primer lugar a Madrid para presentar sus respetos al Jefe del Estado, optó por irse a Sanxenxo. Se apreció como un gesto desafiante, sobre todo porque no puede pernoctar en la capital.
Le han cerrado las puertas de Zarzuela. Y la búsqueda de una nueva residencia en Madrid hubiera desatado una nueva polémica entre la clase política.
El emérito abandonaba a primera hora de la mañana la vivienda de su amigo Pedro Campos en Galicia. Desde el aeropuerto de Vigo se trasladó en avión privado hasta Torrejón de Ardoz. Desde allí fue trasladado al palacio, a la que había sido su casa durante 50 años y que ahora le recibía como invitado.
Llegó en el asiento de copiloto, con traje oscuro y corbata rosa. Evitó responder a la prensa. Sin embargo, el día anterior sí que avanzó lo que esperaba de dicho encuentro.
Confiaba en recibir "muchos abrazos". Fueron 21 meses los que estuvo apartado de España. Se sabe que estuvo junto a su hijo y su esposa, además de otros miembros de la familia.
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Juan Carlos fue recibido con mucha discreción
Juan Carlos estuvo reunido gran parte del día con su hijo. La Casa Real lo concibió como un encuentro de carácter privado, de ahí que considerasen oportuno no facilitar información al respecto. Además, entienden que el emérito es una persona retirada de la vida pública desde 2019.
De hecho, este acto no fue ni incluido en la agenda institucional de Felipe al tratarse de un compromiso personal. Por ahora no han trascendido tampoco imágenes de la reunión, como sí habían hecho con anterioridad en otras situaciones. Fue el caso, por ejemplo, del inicio de curso de Leonor en el internado de Gales.
El emérito trasladó a personas de su entorno el poco tiempo que iba a permanecer en el palacio. Algunos de sus amigos señalaban que "parece más un trámite que un reencuentro familiar". Lo definían como "algo clandestino".
La situación de Juan Carlos necesita normalizarse de alguna manera. Pero su hijo no está por la labor. Sabe que no puede tolerar que se arme tanto revuelo cada vez que pise suelo español.